Pronto
las empresas japonesas empezaron a comprar empresas estadounidenses, y el mundo
de la tecnología comenzó a girar en torno a lo que saliera del Lejano
Oriente. Había una empresa en especial que en la mira de todos: Sony.
Pasando las páginas
de la historia, nos encontramos con que, hoy, la empresa pionera de los
ochentas y noventas ya no es ni la mitad de lo que era. Sus dispositivos
(a excepción del PlayStation) ni siquiera le generan suficientes ingresos; y la
explicación no es que al mercado japonés le ganaron la guerra. En abril de
2012. Sony Corp marcó un nuevo récord de 6,4 mil
millones de dólares en pérdidas (más o menos
11,4 billones de pesos colombianos).
Sony, si me
permiten la analogía, se está haciendo un tradicional harakiri( Suicidio
ritual) lento y doloroso, que le ha
durado desde finales de los noventas hasta hoy, que cumple 77 años. Ya tiene la
espada bien adentro.
Parte I: El Trinitron y las malas
decisiones
En la época en la
que fue lanzado, el Trinitron tenía la mejor calidad de imagen en el mercado.
La marca, desde su nacimiento, iba un paso más adelante de toda su competencia,
porque además vendía a precios muy asequibles. Trinitron era sinónimo de
estabilidad económica, tanto para quien la compraba como para la empresa que la
estaba ofreciendo.
Esto fue posible
porque el cofundador de Sony, Masaru Ibuka, fue (según quienes lo conocieron)
uno de los ingenieros más brillantes que ha pisado la Tierra.
La
filosofía de Ibuka era: “El primer y más
importante motivo por el que fundamos esta compañía era crear un medio ambiente
de trabajo estable, donde ingenieros que tengan una apreciación profunda por la
tecnología puedan realizar su trabajo y misión de acuerdo con los dictados de
su corazón”.
La empresa nunca
fue famosa por ser pionera con las ideas. Todas las mejores tecnologías de
Sony fueron mejoras que el equipo de Ibuka desarrolló para otros productos que
ya existían.
A la izquierda Morita y a la derecha Ibuka.
El otro cofundador
de la empresa, Akio Morita, era un empresario salvaje y carismático que fue ’el
rostro’ de la empresa. Al mismo tiempo, era a quien constantemente se le
ocurrían ideas sobre cómo mejorar lo que ya existía. De la misma manera que
Microsoft tuvo a Bill Gates y Apple a Steve Jobs, Sony mucho tiempo se
sostuvo sobre los hombros del polémico Morita, que muchas veces se manifestó
contra la manera en la que funciona el mercado estadounidense.
Trinitron vivió una
larga vida, hasta que ocurrió lo que se esperaba que ocurriera con la llegada
de las tecnologías Plasma y LCD. Las pantallas planas reemplazaron los
armatostes enormes que Sony dejó de fabricar en 2006 y de distribuir en 2008.
Por su parte, llegó tarde a las nuevas tecnologías de televisión y con
productos muy caros.
Sony no comprendió
hacia dónde se estaba dirigiendo la tecnología en la última década. Desde 2000,
con la llegada de BlackBerry, las empresas empezaron a sacar productos que
integraban muchas funcionalidades en un solo dispositivo.
La empresa fue
intransigente. Sacó televisores con capacidades limitadas que no ofrecían
muchas opciones adicionales a los usuarios. Mientras tanto la competencia (como
Samsung y LG) comprendió que los televisores, como todos los productos de hoy,
deben ofrecer más servicios que solo buena calidad de imagen.
En lugar de entregar
un solo producto con miles de funcionalidades, Sony saturó el mercado con miles
de productos con una funcionalidad cada uno. Las empresas que ofrecen
demasiada variedad de productos generan mucha desconfianza en los
clientes, según tres
estudios citados por Gizmodo. Los usuarios
reconocen las marcas porque estas son fáciles de recordar e identificar con una
serie de productos que conservan una identidad (Microsoft con Windows, Apple
con su ‘i’ –iPad, iPhone–, etc.).
Al perder su
producto más importante, Sony perdió su rostro. No supo cómo reconstruir
la imagen de la empresa, que se encontraba esparcida en una lista interminable
de cámaras, celulares, computadores, consolas y televisores que nunca
trascendieron. Además, muchos de ellos fueron intentos desatinados, que hoy
solo se recuerdan en listas como la de los
50 dispositivos más inútiles de la década pasada (según
Gizmodo). Más de la mitad de estos gadgets fueron de la empresa japonesa.
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